El “gasto hormiga” (a veces acuñado “gasto invisible”) es un fenómeno de las finanzas personales, familiares y hasta potenciales frecuentemente anunciado en seminarios sobre educación financiera; así como cursos y literatura sobre manejo de dinero. Su popularidad se debe a estar arraigado en rutinas de gasto sin planificación y casi por inercia.
Tiene además la particularidad de afectar cualquier presupuesto sea en tiempos de crisis o de bonanza.
El nombre “hormiga” reside en su tamaño al ser transacciones tan pequeñas que solas no tienen peso en las finanzas del hogar o las personales. Es cuando se juntan, al final de cada semana o meses, que el conjunto de compras sí erosionan el ingreso y pueden conducir a dejar de adquirir bienes que si son necesarios (alimentos) o afectar los pagos ineludibles (servicios básicos).
En términos simples, son compras de bienes o servicios prescindibles o para las cuales hay alternativas menos costosas. Por ejemplo, alguien con antojo de un café puede irse a un restaurante, una soda o un local de una cadena de cafeterías internacional y saciar allí ese antojo, aunque podría cumplir esa meta prepándose el café por su cuenta.
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O alguien que visita un centro comercial y, sin excepción, compra una blusa o camisa u otra prenda aun teniendo ropa de sobra.
Lo mismo ocurre con quien mantiene varios servicios de streaming que no necesariamente utiliza, así como quien se traslada de forma constante en servicios de taxi, Uber, DiDi o similares en vez de caminar o usar autobús.
También está el caso de la familia que siempre cena o almuerza fuera varias veces al mes.
Darse un gusto, ceder a un capricho o pagar por la propia conveniencia no es un gasto hormiga. Al contrario, premiarse por el fruto del trabajo es saludable también desde el punto de vista financiero.
El problema es la repetición frecuente de la compra o el conjunto de varias en el lapso de una semana, quincena o mes. Eso es gasto hormiga.
¿Cómo evitarlo?
Algunos consejos para “fumigar” este fenómeno se resumen bajo estas líneas. La información fue extraída de sitios como la Dirección de Apoyo al Consumidor del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), el sitio de Consejos para Consumidores de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos y Asociación Nacional de Oficinas de Atención al Ciudadano del gobierno de Reino Unido.
Análisis de sus datos. Mantener un registro o una lista de lo que gasta es una tarea tediosa, pero paga con ahorro en este caso. Por al menos tres meses, anote todos sus pagos (de los más altos a lo más bajo) desde compras en línea, el café fuera de casa, suscripciones digitales, ropa, servicios básicos, alimentación. Todo. Revise cuánto del gasto pudo eliminarse o sustituirse por algo más económico para empezar a comprender sus dinámicas y hacer ajustes.
Prioridades. Después de hacer un desglose de sus gastos, debe priorizar los pagos que no pueden dejar de hacerse como comestibles, Internet, agua, luz y telefonía, el alquiler, la cuota del préstamo, combustible, pasajes. Una vez identificados estos gastos no negociables, fije un monto de un presupuesto semanal, quincenal o mensual y sígalo al pie de la letra.
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No se adelante. Cumpla con disciplina militar y voluntad de acero su presupuesto por al menos cuatro ciclos, sean semanas, quincenas o meses y observe en el proceso cuándo ocurren las compras impulsivas (puede ser en un día particular o en un lugar específico) para descubrir de dónde provienen la mayoría.
¿Cómo lucen? El gasto hormiga es fácil de identificar porque consiste en sumas de dinero pequeñas, son gastos que no parecen importantes, ocurren de manera periódica casi de manera inconsciente y, principalmente, no fueron planificados.
Ajuste de rutinas. Derivado de lo anterior, no importa que usted sea capaz de seguirle el rastro al pago diario de cada gusto que dé, o comparar precios entre locales o comprar guiado por ofertas. La idea del presupuesto y el análisis del gasto es cambiar hábitos de consumo. Si esto no ocurre, el gasto hormiga seguirá.
¿Cómo las ajusta? Enfrentar el gasto hormiga requiere que usted se analice a sí mismo para anticiparse a la compra impulsiva. No se asuste: ni se trata de vivir como un monje, ni adentrarse en el terreno del psicoanálisis. El truco del propio análisis es ganar poder de anticipación al gasto. Por ejemplo, si siente debilidad por cierta compra, deje la tarjeta de crédito en la casa o el efectivo. Si los gastos ocurren cuando tiene billetes o monedas consigo, limite las visitas al cajero automático o comience una alcancía.
Ahorro y objetivos. Si logra suprimir el gasto hormiga, empezará a ver ahorro. La idea es convertir ese dinero en una herramienta financiera para objetivos más concretos (y con seguridad más onerosos) como pagar una deuda, adquirir un bien o seguir acumulando ahorro.
Fuente del periodico LA NACION 29 Agosto 2022